Barrigones: poco atractivos y con muchos riesgos para la salud

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La de oso y la de oveja son los dos tipos de barriga que forman los señores.

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Los barrigones no son atractivos. Esta sentencia de la que muchos se zafan con el cuento de que “lo importante es la personalidad” se ha cambiado por otra de la que es difícil evadirse: los hombres con grandes barrigas son enfermos en potencia.

Feos y además enfermos por culpa de la barriga, eso ya se convierte en una carga de profundidad contra la autoestima masculina.

Una encuesta divulgada en el último Congreso Internacional de Obesidad Abdominal lo demuestra: el 48 por ciento de los señores perciben su panza como un gran problema; seis de cada diez dicen que sería lo primero que eliminarían de su cuerpo, y uno de cada cuatro se aplica algo para tratar de rebajarla.

Mejor dicho, les inquieta, pero más por lo estético, aun cuando la barriga ha saltado al campo de la salud pública. El endocrinólogo Hernán Yupanqui es contundente cuando afirma que “los barrigones tienen un mayor riesgo cardiometabólico, es decir, son más propensos a desarrollar diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.

Y es que a la hora de acumular grasa, a diferencia de las mujeres que la guardan en los conejos, las caderas y en las alas de murciélago, en los señores la mayoría de ella se ubica dentro del abdomen, que es el cajón más grande del cuerpo, donde comparte espacio con las vísceras, lo que la convierte en peligrosa.

También se puede acumular por debajo de la piel, pero en menor cantidad.

Según Iván Darío Escobar, endocrinólogo, los hombres engordan porque comen más de lo que gastan, y los excesos, convertidos en grasa, se acumulan de acuerdo con determinantes genéticos.

El problema, dice Escobar, es que “las células de grasa no son, como se pensaba antes, un depósito antiestético, sino una especie de glándulas capaces de producir sustancias que pueden desencadenar el síndrome metabólico, una asociación peligrosa entre obesidad, hipertensión y aumento del colesterol”.

En cuanto al tamaño de la panza, que los hombres se esmeran por esconder, Yupanqui es enfático al decir que quien tiene más de 90 centímetros de circunferencia abdominal está en riesgo; otros son más generosos y ponen el límite en 100 centímetros.

El New England Journal of Medicine asevera que cada 5 centímetros por encima de estos límites aumenta el riesgo cardiovascular en un 17 por ciento.

Ahora, la grasa visceral es más peligrosa que la subcutánea, y los señores pueden saber de manera aproximada cuál de las dos predomina en su barriga.

Andrés Gómez, director de la Clínica Colombiana de Obesidad y Metabolismo, dice que si el abdomen es blandito y se riega hacia los lados en forma de rollos, lo más seguro es que se trata de grasa subcutánea, un poco más benigna, propia de una panza de oso polar. Pero si se mantiene alta, firme y no cae, se trata de una barriga tipo oveja, hecha con grasa visceral, que es la peor.

Mucho ojo a estos mitos

Hacer abdominales baja la barriga. Falso. Mejoran el tono muscular y eso es importante, pero la barriga seguirá colgando porque es grasa acumulada.

Para bajar barriga solo ejercite la barriga. Falso. La actividad de grupos musculares más grandes como los de las piernas y los brazos, queman más calorías que los del abdomen.

Las fajas térmicas queman la grasa del abdomen. No hay evidencia de que eso sea cierto. Se ha demostrado que la grasa subcutánea se redistribuye, pero no se elimina, cuando se usan por mucho tiempo.

Purgantes y laxantes bajan la barriga. En algunos casos de grasa visceral, el cúmulo de gases o la presencia de dispepsias pueden aumentar el tamaño de la barriga, pero su eliminación no actúa sobre la grasa.

Las ocho claves que funcionan

1. Elimine dulces, grasas y diminuya carbohidratos en la dieta.

2. Fraccione su dieta diaria en cinco comidas más pequeñas, y nunca se salte el desayuno.

3. Frutas y verduras: incluya en su dieta 5 porciones al día, entre unas y otras.

4. Elimine las gaseosas y las comidas procesadas.

5. Hidrátese con agua pura cada vez que el cuerpo lo requiera.

6. Haga ejercicio aeróbico (caminar, trotar, nadar, montar en bicicleta, bailar) por 50 minutos diarios, en intensidad creciente, por lo menos cinco días a la semana.

7. Agregue 20 minutos diarios de ejercicio con resistencia para fortalecer y activar los músculos. Escoja cada día un grupo muscular (piernas, brazos, espalda, columna y abdominales) y altérnelos.

8. Disminuya el estrés, aprenda técnicas de relajación, duerma mínimo siete horas diarias y póngase metas que pueda cumplir.

Si tiene panza, mejor consulte

No es natural que los hombres tengan barriga, como se pensaba hasta hace unos años. Tanto la de oso como la de oveja representan riesgos y hay que evitarlas y disminuirlas. Escobar y Yupanqui coinciden en que todo barrigón debe empezar con un examen médico que incluya mediciones de azúcar y un perfil hormonal para descartar alteraciones metabólicas que incidan en el cúmulo de grasa. En caso de existir, hay que tratarlas como ocurre con la diabetes y el compromiso de las hormonas tiroideas. Ambos insisten en que la base está en seguir la dieta adecuada y hacer actividad física.

Gómez aclara que no hay remedios mágicos, y que la dieta, el ejercicio y el control médico estricto pueden dar paso, en casos de elevados índices de masa corporal a expensas de grasa visceral, a cirugías para bajar de peso, como las bariátricas. Si se trata de grasa subcutánea rebelde, la liposucción y otras pueden ser útiles.

CARLOS F. FERNÁNDEZ
Asesor médico EL TIEMPO